jueves, 11 de agosto de 2011

CAPÍTULO DIEZ.

Estaba cantando la música de la radio mientras que me secaba el pelo con el secador cuando oí que alguien tocaba al timbre de mi casa.
De repente me puse muy nerviosa, pues lo primero que pensé fue que mi nuevo vecino se me había presentado con una tarta de arándanos debajo del brazo a modo de bienvenida como en las típicas películas malas americanas.
Apreté al botón de “Look” y miré quien había llamado.
Por suerte-o por desgracia-, se hallaba Erica detrás de mi puerta, acicalándose el pelo.
Le abrí la puerta y le chillé por el hueco de la escalera: “¡sube, que me estoy secando el pelo!”
Mi casa era de dos plantas más la buhardilla.
En la primera planta se encontraba lo esencial: salón-comedor, una cocina, un baño, una salita de estar y el jardín. En la segunda planta está la habitación de mi madre, la de mi hermana pequeña, mi habitación y dos baños. En la buhardilla, se encontraban todos los trastos: juguetes viejos, ropa, fotos y máquinas de hacer ejercicio que compró mi madre en un intento desesperado por adelgazar.
Toc toc.
-¿Se puede?-preguntó Erica, después de tocar a la puerta.
-Prueba, no creo que te coma nadie-contesté yo, sonriente mientras me ponía una camiseta.
-Tía, ¡tengo que contarte una cosa súper fuerte!-me dijo mi amiga, con esa voz tan juvenil que le caracterizaba.
-Sorpréndeme-contesté, adivinando lo que me iba a decir.
-¿Estás preparada?-preguntó, aunque sin darme tiempo a contestar, prosiguió- Pues resulta que María ha cortado con mi hermano porque, supuestamente, es demasiada poca cosa para él. Y mi hermano está por los suelos. Solo te digo que ha llegado a casa totalmente borracho y luego ha ido a ver a mi primo, que se acaba de mudar al pueblo. ¿A qué no te lo esperabas?
Hubo un breve silencio.
-La verdad… La verdad es que si te lo digo, no te lo crees.
Entonces empecé a contárselo todo. Le conté que quería olvidarme de su hermano y apareció su primo y que en menos de un día, quedé cautiva de los dos.
-Jopé tía, ¡me has dejado en shock! ¿Tu qué tienes con los miembros de mi familia?-dijo, esbozando una leve sonrisa.
-No lo sé, en la vida había ligado como ahora.
Y era cierto, Siempre había sido una chica muy tímida y nunca había tenido novio o nada que se le pareciese. No era del tipo de chicas a las que le gustaran a los tíos. O almenos hasta ahora.
Erica era todo lo contrario. Era como un sex-symbol del instituto y alrededores, aunque no por eso era una chica fácil, si no todo lo contrario. Era un hueso duro de roer, no todos los chicos eran del agrado de mi mejor amiga.
Entonces me miró, pensativa y alzándome la barbilla me dijo:
-¿Quieres alegrar esa cara, que parece esto un velatorio? No soy solo portadora de malas noticias, ¿sabes?
Le miré a la cara y noté ese brillo en los ojos que tenía cuando se le estaba ocurriendo alguna idea, normalmente brillante. Ese brillo que me daba tanto miedo.
-Dime-dije yo, a media voz.
-A, no; sí lo dices con ese entusiasmo no pienso decir nada de nada-contestó, esbozando una sonrisa socarrona.
-Vale Eri, cuéntamelo va…
-¡No, no, no!-me dijo mi amiga, sacándome la lengua-¡No te lo pienso decir, porque estás taaaaaaan deprimida que no te interesa!
-¡Por favor Eri, dímelo!
Como me conoce. Yo soy tremendamente curiosa, no os confundáis con cotilla, porque las cotillas son las relacionadas con chismes y cuentos mientras que a las personas curiosas como yo no les puedes decir “Inés, te voy a decir tal cosa” y luego no decirla, si no la curiosidad me mataría (metafóricamente hablando, claro está),
Ya que no me lo contaba empezó la persuasión. Comencé con un ataque de cosquillas.
Erica no paraba de reírse y me hacía señas para que parase, pero le hice sufrir más.
-Si me haces cosquillas no te lo voy a poder contar-me dijo, entre carcajada y carcajada.
Decidí parar, la curiosidad era incesante.
-Está bien-dije yo-. Pero no valen trapos sucios, ¿eh?
-No, no, tranquila. Eres muy cruel cuando te lo propones.
Mi amiga tiene “hipersensibilidad en la piel” (en verdad, tiene muchas cosquillas y yo le digo eso porque le molesta un poco, ya que esos no son los efectos de la hipersensibilidad cutánea) y también es hipersensible emocionalmente hablando. Esta última se la diagnosticaron hará unos tres años la verdad, en un principio se burlaban bastante de ella, yo incluida porque en aquel entonces me caía mal y ahora me arrepiento muchísimo de ello.
Al ser hipersensible emocionalmente es súper empática y me ha ayudado mucho siempre con mi familia por una razón que os contaré a continuación.
-Pues verás: mi hermano y yo hemos decidido montar una fiesta “en honor” a mi primo. No pongas esa cara, en verdad es una escusa para que mis padres nos dejen la casa por la noche para hacer una fiesta-me dijo, al ver la cara que de mala uva que puse-. Bueno, pues que vamos a invitar a nuestros amigos y gente del barrio. ¿Qué te parece?
-Bueno Eri, tu ya sabes que yo me apunto a un bombardeo, pero se lo tendría que preguntar a mi madre…
Justo en ese momento oigo como alguien abre la puerta y luego oigo también en tintineo de la vocecita de mi hermana Rebeca, así que la que ha abierto debe de ser mi madre.
-Justo a tiempo-comento yo-. Vamos a preguntarle.
Eri asiente con la cabeza y nos dirigimos a la planta de abajo.
Cuando estoy en el último escalón, veo a Rebeca que me mira, expectante, y alta encima de mí, dándome un abrazo enorme mientras giramos en el sitio, haciendo el tonto.
De repente, mientras le hacía carantoñas, se le cae la peluca.
Mi hermana se llama Rebeca Martínez Millán, tiene diez años y hace cinco que le detectaron cáncer de piel y aún está en tratamiento.
Esa es una de las dos cosas en las que más apoyo he recibido de mi mejor amiga.
La otra es referente a mi padre. Está en la cárcel por haber secuestrado a mi hermana con cuatro años y medio, perderla de vista y gracias a él tubo quemaduras de tercer grado, cosa que provocó el cáncer.
Rebeca a penas lo recuerda y para ella, mi padre murió de u accidente de tráfico. Cuando esté más estable, le contaremos la verdad.
Si lo hiciésemos ahora sería muy dañino para su salud, ya que cualquier emoción fuerte hace que su cáncer se agrave.

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